miércoles, 12 de septiembre de 2012

Todo por ti.

Bienvenido. Déjame que te enseñe donde está todo, he hecho algunos cambios, te sorprenderán. 
¿Recuerdas aquella mesa de té marrón que tanto detestabas? La he desmontado y guardado en el desván. Los cuadros de esa gente que no te gustaba ya no están colgados, ni las persianas que no dejaban pasar el Sol están en las ventanas. He tirado toda la comida basura que decías que me pondría aún más gorda. He roto toda esa ropa con la que parecía una exhibicionista. Borré todos los números de personas que no fueran tú. Mira. Lo he cambiado todo de lugar. He puesto cada silla donde le corresponde. He planchado todas las camisas que te dejaste y las he entallado perfectamente. Puse los libros en la estantería del más grande al más pequeño como a ti te gustan. Todo está como siempre lo quisiste.
En el cajón del baño no quedan restos de mi maquillaje, ni de mi laca de uñas. Solo están tus cuchillas de afeitar y tu cepillo de dientes. En la televisión solo están sintonizados los canales de deportes y de noticias que veías, y tú lado del sofá sigue teniendo las arrugas de la última vez que te sentaste. No queda chocolate en la despensa del que me gustaba y tirabas porque no pasaba de comerlo. De los zapatos a los que les cortabas el tacón porque detestabas que yo fuera más alta no queda ni rastro. He rayado los discos de los grupos que no te gustaba que escuchara. Vacié los frascos de colonia que más odiabas. Le he quitado los pétalos a las flores que te producían alergia. Cortado todas mis revistas y hasta casi las venas. ¿Lo has visto? No hay nada de lo que tanto odiabas. 
Por eso mientras me tiemblan las manos y me tartamudea la voz, te pregunto si ahora está todo conforme para que vuelvas. ¡Pero espera! ¡No te vayas! Nunca valoras nada. Me he bebido botellas llenas de ansiedad. He peleado contra las sábanas de nuestra cama porque llevo doscientas cuarenta y siete noches durmiendo yo sola. Y he vivido encerrada en esta casa sin abrirle la puerta porque no te gustaba que hablase con nadie, como para que otro día más me des la espalda. Pero ya veo que lo que hago es siempre una bobada.
Puedes reirte de mi y escupirle al suelo, que yo lo volveré a limpiar. Puedes pegar un portazo y romper la cerradura que la volveré a arreglar. Puedes intentar matarme que yo me intentaré salvar para seguir intentando que un día vuelvas y podamos volver a empezar.



  (Para mamá. Para que comprenda la frase: ''Ese hombre es una escoria, y posiblemente lo mejor que has tenido.'')

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