jueves, 2 de agosto de 2012

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

Tal vez por la forma que tengo de despertarte por lo que quieres dormir conmigo. Por como meto el pan en la tostadora y le doy un beso a tu taza de café. Que nadie te echa de cama tirando de la sábana por el lado contrario del que estés. Que luego vayas corriendo a abrazarla y te grite que te apartes mientras sonríe como si quisiera que tus brazos se le quedasen pegados.
Puede que todos los días llames a mi puerta con un bombón de chocolate escondido en el puño preguntándome si quiero ir a pasear. ¿Pasear? Más bien caminar hasta encontrar una superficie llama y verde donde tumbarnos a respirar. Colocar tu brazo debajo de mi cabeza y darme un beso en la frente. 
A lo mejor te quito el sueño todas las noches por culpa de mis diálogos que te invaden la cabeza y te plantean todo de forma diferente. 
Y quizás, solo quizás, sea por eso por lo que cuando me miras, no te sale ni la sonrisa y solo me miras cada parte de la cara. Tal vez por eso prefieres darme un beso en la mejilla que en la boca. Puede que por eso me cojas la mano sin querer cuando vamos andando. A lo mejor, es por eso te asustaste cuando me dijiste la primera vez que me querías. Porque ninguno contaba con llegar a esto.

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