Empiezas a perder importancia cuando no tienes las cosas claras. Cuando lo único que quieres es acostarte conmigo un sábado por la noche pero no levantarnos juntos un domingo por la mañana. Cuando cada vez que hablamos solo es para discutir y sea yo la que solucione los problemas.
Cansa tener que controlar las copas que te tomas si sales y tener que cuidarte sin vas tan ciego que no puedes andar. Y también cansa tener que defenderte de cosas que sé que tienes la culpa pero bueno, es mi deber.
Estoy harta de repetirte una y otra vez las cosas que no me gustan y sigues haciendo. Las canciones que detesto y pones una y otra vez. Odio que no me escuches y asientas. Odio todas tus camisas de cuadros que te pones para nuestras citas. Odio el olor de tu colonia. Y detesto la poca importancia que me das.
Ya perdiste mucha importancia cuando me dijiste que tenías que pensar. ¿Pensar el qué? ¿No era que me querías?
Yo no estoy para cuentos que me quieras contar o monólogos que hayas visto en películas. Yo no estoy por la labor de esperar a alguien que no tiene pensado regresar.
De noche, en cama y en silencio se te echa de menos, y pienso como hubieran sido las cosas si hubieras puesto un poco más de tu parte. Posiblemente seguirías teniendo la misma importancia que tenías al principio.
sábado, 13 de octubre de 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
Se hará tarde.
Pero tú, estúpido, ¿Que haces ahí quieto con una manta de pañuelos usados? ¿Crees que tienes todo el tiempo del mundo para hacerlo? Pues el tiempo no es eterno, y todas las opotunidades se acaban alguna vez. Puedes cansarte y rendirte como haces siempre, o sorprendernos a todos luchando por lo que quieres.
Osea que ya sabes. Levántate, sácate esas legañas, ponte tu pantalón nuevo, la colonia que le gusta, gomina en el pelo, sonrisa en la cara y sal corriendo. Sabes que está esperando al lado de la puerta mirando por debajo por si aparecer. No hace falta que lleve flores, bombones o alguna de esas cosas que utilizas con todas. Simplemente tienes que recordarle que ella es especial, y que no va a dejar de serlo. Y ahora, ¡Venga! ¡Corre! ¿Que haces aun aquí? vete a recoquistarla antes de que el reloj se rompa y el tiempo se pare.
Osea que ya sabes. Levántate, sácate esas legañas, ponte tu pantalón nuevo, la colonia que le gusta, gomina en el pelo, sonrisa en la cara y sal corriendo. Sabes que está esperando al lado de la puerta mirando por debajo por si aparecer. No hace falta que lleve flores, bombones o alguna de esas cosas que utilizas con todas. Simplemente tienes que recordarle que ella es especial, y que no va a dejar de serlo. Y ahora, ¡Venga! ¡Corre! ¿Que haces aun aquí? vete a recoquistarla antes de que el reloj se rompa y el tiempo se pare.
jueves, 4 de octubre de 2012
Buena suerte y hasta luego.
Y que a partir de ahora todas las películas que vea sean de comedia. De las que te hacen reír hasta saltarte las lágrimas. Que cada vez que me mire al espejo sea para verme aún más guapa que el día anterior . Que la sonrisa nunca se me desgaste y los ojos no me dejen de brillar. Que cada sábado una copa ocupe mi mano y la alce ante mis amigos. Bailar hasta el amanecer y dejarme la voz al cantar.
Que me levante cada mañana con ganas de salir y de conocer gente. Ir a la playa y esquiar. Dejarle mi chaqueta a los que me quieren cuando tengan frío y quemarle el foulard a las que hablan mal de mi.
Tontear con todos como si fuésemos niños y cuidarnos como hermanos. Hacer fiestas de pijamas y romper las almohadas. Que a partir de ahora solo pasen cosas buenas. Que nos dejemos de problemas y de discutir. Que a partir de ahora se acabe el llorar si no es de felicidad. Que nos enamoremos solo del mejor y hagamos el amor toda la noche. Que las amigas esten en las buenas y en las malas. En las fotos salir siempre haciendo el tonto y forrar la carpeta con ellas. Escribirle cartas a toda la gente que quieres.
¿Y a ti? A ti que te vaya bien. Puedes saludarme alguna vez si te apetece. No me llames ni me digas de quedar. No te preocupes ni te apiades de mi, porque estaré bien. Fue bastante inoportuno marcharme, pero mira que bien estoy ahora. Solo me queda decirte, buena suerte y hasta luego. Y que los recuerdos solo sean eso, recuerdos.
Que me levante cada mañana con ganas de salir y de conocer gente. Ir a la playa y esquiar. Dejarle mi chaqueta a los que me quieren cuando tengan frío y quemarle el foulard a las que hablan mal de mi.
Tontear con todos como si fuésemos niños y cuidarnos como hermanos. Hacer fiestas de pijamas y romper las almohadas. Que a partir de ahora solo pasen cosas buenas. Que nos dejemos de problemas y de discutir. Que a partir de ahora se acabe el llorar si no es de felicidad. Que nos enamoremos solo del mejor y hagamos el amor toda la noche. Que las amigas esten en las buenas y en las malas. En las fotos salir siempre haciendo el tonto y forrar la carpeta con ellas. Escribirle cartas a toda la gente que quieres.
¿Y a ti? A ti que te vaya bien. Puedes saludarme alguna vez si te apetece. No me llames ni me digas de quedar. No te preocupes ni te apiades de mi, porque estaré bien. Fue bastante inoportuno marcharme, pero mira que bien estoy ahora. Solo me queda decirte, buena suerte y hasta luego. Y que los recuerdos solo sean eso, recuerdos.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Un corazón encima de una i.
¿Gustarme? Que gracia que creas que me puede gustar.
Gustar es la cara que pone un niño cuando ve el regalo que pidió por Navidad. Es esa ansia con la que soplamos las velas por nuestro cumpleaños. Es nuestro primer beso o nuestra serie de dibujos favorita.
¿Necesitarlo? Puede ser. Pero necesitar lo utilizo más como cuando estamos enfermos y nos tenemos que tomar una pastilla. Es ese abrigo que nos hizo nuestra abuela que nos ponemos cuando hace mucho frío. Las charlas con tus amigas que ocupan tardes enteras y el tipex cuando nos equivocamos al escribir.
La verdad es que creo que podrías decirme millones de verbos y ninguno sería el indicado.
Quizás sea el querer. Quizás le quiero, pero tengo un poco de miedo. O a lo mejor simplemente es el extrañar que me lleva a recordar.
Recordar todos los días que estuve con él, bien apuntados uno a uno en mi agenda. Mirar todas sus fotos por la noche y leer sus mensajes una y otra vez.
Sí. Le quiero. Pero no le quiero como un capricho o como un amor pasajero, ¡Cómo puedes pensar eso!. Le quiero del verbo morir por él.
Gustar es la cara que pone un niño cuando ve el regalo que pidió por Navidad. Es esa ansia con la que soplamos las velas por nuestro cumpleaños. Es nuestro primer beso o nuestra serie de dibujos favorita.
¿Necesitarlo? Puede ser. Pero necesitar lo utilizo más como cuando estamos enfermos y nos tenemos que tomar una pastilla. Es ese abrigo que nos hizo nuestra abuela que nos ponemos cuando hace mucho frío. Las charlas con tus amigas que ocupan tardes enteras y el tipex cuando nos equivocamos al escribir.
La verdad es que creo que podrías decirme millones de verbos y ninguno sería el indicado.
Quizás sea el querer. Quizás le quiero, pero tengo un poco de miedo. O a lo mejor simplemente es el extrañar que me lleva a recordar.
Recordar todos los días que estuve con él, bien apuntados uno a uno en mi agenda. Mirar todas sus fotos por la noche y leer sus mensajes una y otra vez.
Sí. Le quiero. Pero no le quiero como un capricho o como un amor pasajero, ¡Cómo puedes pensar eso!. Le quiero del verbo morir por él.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Todo por ti.
Bienvenido. Déjame que te enseñe donde está todo, he hecho algunos cambios, te sorprenderán.
¿Recuerdas aquella mesa de té marrón que tanto detestabas? La he desmontado y guardado en el desván. Los cuadros de esa gente que no te gustaba ya no están colgados, ni las persianas que no dejaban pasar el Sol están en las ventanas. He tirado toda la comida basura que decías que me pondría aún más gorda. He roto toda esa ropa con la que parecía una exhibicionista. Borré todos los números de personas que no fueran tú. Mira. Lo he cambiado todo de lugar. He puesto cada silla donde le corresponde. He planchado todas las camisas que te dejaste y las he entallado perfectamente. Puse los libros en la estantería del más grande al más pequeño como a ti te gustan. Todo está como siempre lo quisiste.
En el cajón del baño no quedan restos de mi maquillaje, ni de mi laca de uñas. Solo están tus cuchillas de afeitar y tu cepillo de dientes. En la televisión solo están sintonizados los canales de deportes y de noticias que veías, y tú lado del sofá sigue teniendo las arrugas de la última vez que te sentaste. No queda chocolate en la despensa del que me gustaba y tirabas porque no pasaba de comerlo. De los zapatos a los que les cortabas el tacón porque detestabas que yo fuera más alta no queda ni rastro. He rayado los discos de los grupos que no te gustaba que escuchara. Vacié los frascos de colonia que más odiabas. Le he quitado los pétalos a las flores que te producían alergia. Cortado todas mis revistas y hasta casi las venas. ¿Lo has visto? No hay nada de lo que tanto odiabas.
Por eso mientras me tiemblan las manos y me tartamudea la voz, te pregunto si ahora está todo conforme para que vuelvas. ¡Pero espera! ¡No te vayas! Nunca valoras nada. Me he bebido botellas llenas de ansiedad. He peleado contra las sábanas de nuestra cama porque llevo doscientas cuarenta y siete noches durmiendo yo sola. Y he vivido encerrada en esta casa sin abrirle la puerta porque no te gustaba que hablase con nadie, como para que otro día más me des la espalda. Pero ya veo que lo que hago es siempre una bobada.
Puedes reirte de mi y escupirle al suelo, que yo lo volveré a limpiar. Puedes pegar un portazo y romper la cerradura que la volveré a arreglar. Puedes intentar matarme que yo me intentaré salvar para seguir intentando que un día vuelvas y podamos volver a empezar.
(Para mamá. Para que comprenda la frase: ''Ese hombre es una escoria, y posiblemente lo mejor que has tenido.'')
¿Recuerdas aquella mesa de té marrón que tanto detestabas? La he desmontado y guardado en el desván. Los cuadros de esa gente que no te gustaba ya no están colgados, ni las persianas que no dejaban pasar el Sol están en las ventanas. He tirado toda la comida basura que decías que me pondría aún más gorda. He roto toda esa ropa con la que parecía una exhibicionista. Borré todos los números de personas que no fueran tú. Mira. Lo he cambiado todo de lugar. He puesto cada silla donde le corresponde. He planchado todas las camisas que te dejaste y las he entallado perfectamente. Puse los libros en la estantería del más grande al más pequeño como a ti te gustan. Todo está como siempre lo quisiste.
En el cajón del baño no quedan restos de mi maquillaje, ni de mi laca de uñas. Solo están tus cuchillas de afeitar y tu cepillo de dientes. En la televisión solo están sintonizados los canales de deportes y de noticias que veías, y tú lado del sofá sigue teniendo las arrugas de la última vez que te sentaste. No queda chocolate en la despensa del que me gustaba y tirabas porque no pasaba de comerlo. De los zapatos a los que les cortabas el tacón porque detestabas que yo fuera más alta no queda ni rastro. He rayado los discos de los grupos que no te gustaba que escuchara. Vacié los frascos de colonia que más odiabas. Le he quitado los pétalos a las flores que te producían alergia. Cortado todas mis revistas y hasta casi las venas. ¿Lo has visto? No hay nada de lo que tanto odiabas.
Por eso mientras me tiemblan las manos y me tartamudea la voz, te pregunto si ahora está todo conforme para que vuelvas. ¡Pero espera! ¡No te vayas! Nunca valoras nada. Me he bebido botellas llenas de ansiedad. He peleado contra las sábanas de nuestra cama porque llevo doscientas cuarenta y siete noches durmiendo yo sola. Y he vivido encerrada en esta casa sin abrirle la puerta porque no te gustaba que hablase con nadie, como para que otro día más me des la espalda. Pero ya veo que lo que hago es siempre una bobada.
Puedes reirte de mi y escupirle al suelo, que yo lo volveré a limpiar. Puedes pegar un portazo y romper la cerradura que la volveré a arreglar. Puedes intentar matarme que yo me intentaré salvar para seguir intentando que un día vuelvas y podamos volver a empezar.
(Para mamá. Para que comprenda la frase: ''Ese hombre es una escoria, y posiblemente lo mejor que has tenido.'')
Soy grito y soy cristal.
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