lunes, 23 de abril de 2012

Si te tengo que esperar, seré paciente.

Esto es como una droga que nunca acaba y siempre sabe cuando la necesitas.
He acabado siendo esclava de mi misma. Y me frustro y me hago daño, por voluntad propia.
Ahora tejo ropa con agujas y sin hilo ni dedal.
Tejo ropa con mi piel y mi sangre.
Suena muy violento, no se si volver a empezar, pero no.
Era tan libre, era tan, tan feliz por todo. Me gustaba cualquier cosa y enseñaba mis dientes con las sonrisas al minimo detalle.
Mis lágrimas avitaban en las cuevas llamadas ojos y pocas veces salían a ver que estaba el panorama.
Tampoco me hizo falta nunca un vaso de cerveza ni dos copas de ron para desaparecer de esto que es la vida.
Las cosas se torcieron, y empecé a depender de otras sangres que no fueran las mías. De otro cuerpo que no era él mío.
En la cueva de mis lágrimas empezaba a haber suidos extraños, por lo que salían fuera más avitualmente.
Y yo, como dije antes, con una aguja y las capas de mi piel, hice abrigos para la gente que me rodeaba.
Hice un abrigo de amor y de besos para un... niño que me lo agradecía con un puñado de abrazos, y por ese motivo seguia tegiendo.
Pero me quedé sin material, y llegué a los huesos.
Fué cuando al mirarme al espejo y ver solo esqueleto, las lágrimas se fueron de la cueva y se mudaron a mi boca, día tras día estaban allí.
Intentas cambiarlo, porque sabes que no puedes seguir a si, y es lo que pretenderé hacer.
Cambiaré eso, y no porque sea año nuevo, si no, porque es más fácil hacer ropa con con piel, que con huesos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario