domingo, 14 de octubre de 2012

Solo hay una.

Hoy no me apetece hablar de el amor que no siento por nadie, ni nadie siente por mi. Hoy me gustaría hablaros de una persona que normalmente, a mi edad, no sé a la vuestra, no tenemos mucho en cuenta. Alguien a quien odiamos con todas nuestras fuerzas y de quien no podemos prescindir. Ni podemos alejarnos por mucho que lo deseemos en ese momento. Le torcemos la cara y apretamos los puños cuando nos grita, siempre tragando saliba. Decidimos no volver a hablarle nunca, pero a los dos minutos se nos pasa. ¿Y sabéis por qué?
Porque es la única persona a la que no hace falta llamar cuando queremos hablar con ella. La única que no te pisa si te hundes si te rindes. La que cada mañana es la única que te da un sincero ''Buenos días cariño''. La que se sienta en tu cama y te acaricia la cabeza cuando estás llorando. La que te tapa cuando tienes frío. La que te comprende por mucho que le cueste y siempre te escuchará. La que te enseña todo lo que sabe y al mismo tiempo aprende de ti. La que casi siempre da el brazo a torcer y comienza ella la conversación. La que se preocupa por ti. La que se asusta por el mínimo corte que tengas. Con la que comes patatas y palomitas un domingo por la noche. La que castiga tus errores pero nunca con mala intención. La única  que necesita saber todo de ti aunque no necesites contárselo. Que ríe si tú ríes. Que llora si tú lloras. La que sufre si tú sufres. 
La única. Absolutamente la única que cuando te dice que te quiere es desde lo más profundo y jamas, ¿Me oyes? Jamás dejará de hacerlo. La única, que por ti lo daría todo. Porque siempre quiere sacarte una sonrisa y te limpia la lágrima más tonta. Y como ella solo hay una, por suerte o por desgracia.
Por eso, por todo y mucho más, gracias mamá. Te quiero.

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